10.07.2008

UN CUMPLEAÑOS LLENO DE SIUTIQUERÍAS

Siempre queremos deslumbrar y llamar la atención del resto, a nadie le interesa quedar debajo de las demás personas. Es por esto que ostentamos en todo sentido, ya sea en como nos vestimos o como nos enfrentamos en la vida. Los cumpleaños familiares por ejemplo están repletos de siutiquerías típicas que a simple vista se ven como normales pero que realmente no lo son.

Aunque la familia no tenga ni plata para el pan igual se las ingenian para realizar fiestas, donde se compra de todo para comer ese día mientras que al otro no hay ni siquiera un tallarín para el almuerzo.

Se invita a toda la familia, se gasta innecesariamente en regalos que ni siquiera al cumpleañero le gustaron. Algunas personas los traen como muestra de cariño, pero hay otras que envuelven un pequeño regalo en un enorme paquete para que se crea que dentro de él existe un magnífico obsequio.

La fiesta es más bien una reunión familiar que da lugar a conversaciones, por supuesto la gente aprovecha esas instancias para entererarse de las copuchas de las demás personas y también contar con gran ímpetu el nuevo Jeep que se compraron o la casa que se están construyendo en Calera de Tango.

Pero nadie se entera de que ese auto lo han pedido a casi 20 mil cuotas precio contado y que para comprar este han dejado miles de deudas de lado. Ni tampoco saben que la parcela de la que ellos tanto hablan está votada hace ya más de dos meses porque el dinero no les alcanzó para terminarla.

A estas situaciones se les agregan personajes importantes y destacados de la familia. La típica tía que tiene ya más de cuarenta años y que anhela tener la misma edad de su hija de quince, la señora teñida con blondon que se cree de la alta alcurnia y lleva consigo al Poodle hasta para ir al baño. El caballero que usa peluquines porque todavía no asume su calvicie o el que se tiñe la cabellera para ocultar los mal vistos pelitos blancos.


También están las chicas top, que se encalillan por un vestido sólo para la ocasión, llegan con su novio que por supuesto tiene auto y habla toda la noche de lo bien que lo pasaron el fin de semana en la playa.

Después de que todos los personajes están sentados y dispuestos a compartir, llega la hora de los regalos donde el cumpleañero se dedica a abrirlos poco a poco, y tiene que decir si a todo aunque no le haya gustado. Ahí el que regaló algo bonito se avalancha al centro para decir que el fue el que lo obsequió y queda como ganador, mientras que el que no regaló nada útil se siente mal pero después se dedica a comer todo lo que ve servido en la mesa.


Como vemos los cumpleaños son una buena demostración de cómo es el chileno realmente cuando se introduce a los grupos sociales. Inmediatamente aparecen ostenticidades inecesarias que el ser humano las crea para sentirse superior a los demás, para decir que yo también puedo tener lo mismo que tú o para dar a entender que somos iguales y de la misma condición social. Se muestran como personas que realmente no son, y con esto dejan de lado su verdadera personalidad e identidad.

Los cumpleaños deberían ser instancias en donde la gente se reúna con el propósito de celebrar un año más de vida y compartir con la familia. Debemos tratar de ser auténticos y no destacarnos por ostenticidades que sólo a nosotros nos importa.

EL MEDIOCRE DEL SIGLO XXI

El mediocre del siglo XXI vive quejándose por todo, del perro que ladra, del gato y su caca, de la vecina de arriba, del viejo curado de al lado, de que hace mucho frío de que hace mucho calor, alegan por todo pero no hacen nada para solucionarlo. Todo esto es porque la mediocridad los ha invadido fuertemente, no saben resolver los problemas a tiempo y tampoco intentan superarse a si mismos.

Viven a contratiempo, corriendo, piteando bocinas, tirando chuchadas a quien se les intercepte en su camino. Es por esto que las filas están llenas en todos los lugares, porque viven apurados, dejan todo para después y cuando llega el día andan apenas comprando los útiles escolares, pagando la luz del agua que se la van a cortar mañana y colapsando en el mall un día 25 de diciembre.

Es decir, para ellos no existe la formalidad sino que conviven con una sociedad al lote, que cuando quedan de juntarse a las 4 llegan a las 4:30, total da lo mismo llegar tarde porque nunca nadie llega a la hora. También cuando es la hora de entregar un informe, lo entregan así nomás total sólo necesitan un 4 para pasar el ramo.

No intentan superarse ni lograr algo mejor en la vida, viven en el mundo de la flojera, donde lo mejor en la vida son las cervezas, los computadores y las minas. No poseen meten ni ambiciones y algunos que si las tienen son para superar a los demás y no para superarse a si mismos.

Todo esto es muy preocupante porque ¿para que vivir así sino tenemos sueños? Es mejor no vivir porque si no tenemos metas que alcanzar nuestras vidas se tornarán frágiles y aburridas.

Tal vez algunas personas le temen a soñar porque creen que no podrán realizar sus objetivos pero ¿Cuál es el afán de creer que nada es posible? Si nos proponemos a progresar, la misma vida nos responderá de la manera más positiva que existe.

Pero no, el Chile no piensa así porque está inmerso en una sociedad mediocre, donde todo se deja a medias, las calles se dejan a medias, las construcciones, las leyes y hasta las carreras Universitarias. También vivimos la época de la poca originalidad, como no tenemos ideas nuevas lo más fácil es recurrir a los países extranjeros para copiarles los programas de televisión, los sistemas de transportes y hasta las modas de Europa.

Somos de cerebros grandes y de ideas chicas, donde nada de lo que hay es nuestro país es realmente de nosotros. Somos de raza flojos, y si existe la flojera de por medio, nuestro país no avanzará jamás aunque intentemos empujarlo a la fuerza.